Conociendo a Vicente y al Autismo
Esta vez he invitado a mi marido Francisco Sanz a escribir. A continuación su experiencia.
Conociendo a Vicente y el Autismo
Conocí a Vicente a los 5 años a través de su mamá Carolina. Ya para ese entonces estaba enamorado de ella y cuando me presento a su pequeño lo mire simplemente como un niño más. No tuve miramiento alguno con su autismo, simplemente no me importó.
Al poco andar me di cuenta que Vicente y Carolina eran como decimos por acá en Curicó una “Collera” inseparable que tenía como objetivo ganar el champion. Al revés de lo que muchas veces Carolina comenta, vi en ella fortaleza interna, determinación y por sobre todo una mamá dispuesta a superar todos los obstáculos necesarios para ser feliz con su vida (esa que incluye un hijo que a lo mejor jamás va despegar del nido). En palabras simples, comprobé las cualidades de las cuales me había enamorado.
Vicente por ese entonces, era un niño un tanto mimado, la razón es obvia, era “distinto” y eso muchas veces provoca sobreprotección natural. Lo primero que me llamó la atención es que le daban comida en la boca todos los días y generalmente el mismo menú (arroz con carne). Cuando tuve la confianza necesaria para preguntar, la respuesta fue….”no quiero que se desajuste”. Además de eso, pasaba gran parte del día girando el tenedor o la cuchara, obvio, pensé, si no los ocupa para lo que fueron diseñados. Entonces fue cuando con permiso de Carolina me involucré de lleno, y decidí aplicar la teoría de “pensar al revés” lo que los gringos llaman “think out of the box”.
Lo primero
Si yo sentía que Vicente era un niño más de este mundo, solo con capacidades distintas, tenía la convicción entonces de que un niño de 5 años debía comer solo y un menú variado. La odisea no fue diferente al resto de los niños mañosos del planeta, sentarse al lado, convencerlo de comer solo, reponerle el plato a la hora de almuerzo y cena aún cuando no fuera de su gusto. Resultado final, en dos semanas ya comía solo y le encantó una diversidad de comidas nuevas para él.
La obsesión
Todo cuadro de autismo tiene asociado obsesiones y rutinas. En Vicente una muy marcada era poner el florero en el centro de la mesa, así tuviéramos invitados, una cena especial o cualquier evento que requería sacar el florero de la mesa, Vicente colapsaba hasta lograr su objetivo….reponer el florero a su lugar. ¿Cómo le quiebro esta manía, pensé? , pues bien me obsesione al igual que él, en buscar una solución novedosa al problema (recuerden “think out of the box) y un día se me iluminó la ampolleta. En plena crisis del florero le tome la mano con cariño pero con determinación y juntos fuimos a botar el florero al basurero. Habíamos en conjunto con Vicente, eliminado la fuente de su obsesión, el tema fue olvidado por todos de ahí en adelante.
Llamando la Atención
Vicente toda vez que llegaban visitas nos hacía la misma, se sacaba la ropa y aparecía mil veces en el living provocando la risa de los invitados. Pero créame que para Carolina era un verdadero dolor de cabeza tanto social como emocional. Otra vez estudié la forma de quebrarle el saque a Vicente, debía haber una forma de entrar en su mente y extinguir esa actitud. La solución llegó al igual que las otras, simplemente llegó. Una vez más con cariño pero con determinación, pero esta vez con Carolina acudimos a su pieza a buscar su ropa. Esta vez no intentamos convencerlo de no quitarse la ropa, hicimos exactamente lo contrario, le dijimos: “ok nunca más te vas a vestir y le tiramos la ropa al alto de un closet”, el resultado fue un inmediato reclamo “quiere la ropa, quiere la ropa!!!” a contar de ese día el asunto pasó al olvido.
Un día, nos dimos cuenta que con Vicente, se vivía del pasado, preguntándose porqué había nacido así, y a la vez se vivía del futuro (qué iba a ser de él)… En resumen, mascábamos los lamentos del pasado y nos torturábamos con las incertidumbres del futuro. Un día con Carolina, simplemente descubrimos el presente y decidimos disfrutar día a día a Vicente. Mágicamente el lamento del pasado murió y la incertidumbre del futuro se extinguió.
Francisco Sanz. Diciembre 2015