Los hermanos del Autismo
Hay un asunto que complica mucho a las familias con autismo y se refiere a los hermanos. Si los hermanos ya existen cuando llega el pequeño azulito a la familia habrá que enseñarles a convivir con su hermanito (a) cosa que no es fácil para ningún niño. Y es evidente que para los padres que no tienen más hijos, decidirse a tener más es complicadísimo.
Yo estaba en esa última situación. Vicente era mi único hijo. Con Francisco nos demoramos años en sentir que teníamos el suficiente control sobre el autismo y su influencia en la familia como para pensar en dedicarle atención a otro pequeño ser.
Como le he contado, pasamos años de crisis permanente. En que nuestras fuerzas se agotaban en un estresante día a día de frustraciones, retrocesos, cuestionamientos y escasas luces de mejora. Pero sabíamos que antes que fuera demasiado tarde había que pensar en tener más niños. Porque Francisco no tenía hijos propios y quería ser padre y yo también quería tener la oportunidad de vislumbrar una maternidad menos exigida. Más amable.
¿Cuáles eran los miedos?. El primero y más lógico, el pánico a que el autismo nos volviera a visitar. Luego, mi temor más grande es que sentía que Vicente me absorbía todo mi tiempo y energías….¿ qué calidad de madre iba a tener ese bebé futuro si yo estaba pendiente de Vicente todo el tiempo?. Era miedo a no ser lo suficientemente buena madre para mi futuro hijo porque estaba demasiado ocupada con Vicente. También miedo a la reacción de Vicente ante otro ser humano que invadiera su espacio y nuestra atención. Terror a que retrocediera en sus avances, o detonara otro período de crisis.
Para mi suerte el papá de Vicente dio el paso primero, y tuvo dos hijos con su señora. Vicente pasaba fines de semana en esa casa, y vivió allí lo que era compartir la atención de los adultos con estos niños “nuevos” que invadían sus espacios y rompían sus rutinas. Si bien no era lo mismo, ya que Vicente solo pasaba períodos en casa de papá, (no era su hogar el “invadido”), nos dio un parámetro claro de que Vicente se adaptaba al entorno nuevo con naturalidad. Hoy adora a sus hermanos.
Nosotros fuimos espectadores del proceso vivido por el papá de Vicente y su familia, y el resultado nos dio confianza. Nació Daniela, pequeña, perfecta, tranquila. Vicente se interesó con curiosidad científica en ella y pronto se aburría y se alejaba. Paulatinamente comenzamos a observar cómo él se acercaba cada vez más a ella, y trataba de pasar momentos cerca. A los pocos meses estábamos esperando a Francisquito, y esta vez, Vicente se conectó más con el embarazo.
Hoy sus hermanos son puntal de su vida. Tanto los maternos como los paternos. Lo conectan lo fuerzan a comunicarse, lo obligan a participar de la vida familiar.
Ellos, con naturalidad han ido al crecer, aprendiendo que su hermano es diferente. Y es conmovedor con la simpleza que le explican lo que es el autismo a sus amigos. Sin oscuridad. Con la luz que solo los niños pueden regalarnos.
Y en cuanto a mis miedos….todos se desvanecieron. Uno siempre es capaz de querer y de darle calidad de tiempo a cada hijo, respetando su individualidad. Es solo cosa de atreverse a amar.