Educación Inclusiva. Parte 2
Como les contaba en el post anterior, nos quedamos sin Colegio a fines de año. Yo estaba haciendo una exigente subrogancia en Talca, y estaba obligada a dedicar mucho tiempo a mi trabajo. Vicente estaba pasando por una crisis por ajustes de dosis de medicamentos que le generaba mucha inestabilidad emocional. El equipo tratante de Santiago en quien yo tenía fe ciega, me exigía perentoriamente que le buscara Colegio Integrado. La verdad es que después de la experiencia vivida, llevarlo a Colegio Especial me parecía un verdadero alivio, fui a conocer uno, y me gustó mucho. Me moría de ganas de irme a un lugar donde no fuéramos bichos raros. Pero se me indicaba que lo mejor para Vicente no era eso, así que hubo que buscar Colegio Integrado.
Fuimos a varias entrevistas. Muchas. En todas fue rechazado. Entonces, Francisco, averiguó que podía “neutralizar” el mal informe, con uno emanado de un profesional de mayor peso. Por lo que le hicimos una evaluación con una sicóloga conocidísima y con bastante experiencia en el tema. La evaluación fue mucho mejor que el informe del colegio, y con eso, Francisco consiguió que le cambiaran la calificación en el Ministerio de Educación a Vicente, recomendando integración. Luego, con ese informe comenzó él solo una nueva búsqueda de Colegio, en la cual yo ya no participé porque estaba agotada. Visitó montones de colegios, ya no recordamos cuantos. Un día me avisa que en un Colegio nos dan una opción y que quieren entrevistarnos a ambos. Fuimos nerviosos y esperanzados. Nos escucharon amablemente, ya habían analizado toda la información y para nuestra sorpresa nos dijeron que querían asumir el desafío, pero como los cupos son dos niños integrados por curso máximo y ya estaban completos, necesitaban esperar la reevaluación de la dislexia de una alumna, que si era dada de alta, dejaba un cupo para Vicente. Días después nos llamaron con la respuesta positiva. Vicente pudo ingresar el año 2007 a repetir un Segundo Básico, en el Colegio Albert Einstein.
Nunca, pase lo que pase, voy a olvidar lo que Francisco hizo esa vez. Porque yo no pude, estaba agotada, de rogar, pedir, suplicar…... Ahí entendí la importancia de ser partners para la vida. Cuando uno cojea el otro carga el peso. Y así resultan las cosas.
Comenzamos una nueva aventura educativa en el Colegio Albert Einstein. Con la tutora todo el tiempo, para facilitar el aprendizaje. (La tutora es un tema tan fundamental que su análisis lo dejo a otro post) . Lo que más valoro fue la actitud del equipo docente desde la Directora hacia abajo. Nunca dejaron de manifestar ganas de trabajar con Vicente. No siempre tuvimos resultados exitosos. Vicente cursó desde 2 a 8 básico en ese Colegio, y hubo años planos, sin avances, años de retrocesos y años muy buenos. Hubo períodos en que el Colegio contó con apoyo diferencial muy de la mano con nosotros, y otras educadoras que les resultó más difícil conocer y conectarse con el aprendizaje de mi hijo. Recuerdo que en quinto básico, un profe se entusiasmó con lograr aprendizajes abstractos de Vicente a través de experimentos, y esas innovaciones resultaron muy significativas a largo plazo. Hay cosas que aprendió ahí que usa hasta hoy. Hubo períodos en que sentimos que el Colegio ya no esperaba cosas nuevas de Vicente y se conformaba con continuar. Pero de pronto algo sucedía que avanzábamos en un tema y nos llenábamos de energía otra vez. Pero lo importante es que lo incluyeron. En todo. En ese Colegio toda la comunidad escolar QUERIA que mi hijo formara parte de ella. Los compañeros fueron unos verdaderos ángeles, tengo sus nombres guardados en mi corazón, esos adolescentes no saben lo importantes que fueron para esta familia. Los apoderados también, los profesores y en general todos. Se valora el enfoque desde la Dirección en favor de mi hijo, ya que eso sin duda marcó la actitud de toda la comunidad escolar.
Pero se acercaba Octavo básico y el Colegio se acababa. ¿Qué hacíamos? ¿Buscar otro Colegio?. Nos daba pánico la incertidumbre. La sombra del Bullyng, el miedo al rechazo, la fundada certeza de que mil formas de discriminación iban a acompañar el nuevo comienzo, nos tenían muy complicados. Corría el año 2012, faltaba aún un año y medio para que Vicente terminara su Octavo básico, y el análisis de qué íbamos a decidir para él era recurrente. Se plantearon muchas opciones y finalmente escuchamos a los profesionales que lo tratan. La opinión fue unánime. La integración había cumplido su ciclo. Era el momento de darle más independencia, de dejar la tutora-cuidadora, que es adecuada para un niño pero no para un adolescente autovalente. Y como el sistema escolar rígido que tenemos, no permitiría que asistiera solo a un colegio regular, era el momento de probar con la Educación Especial. Encontramos el Colegio que nos gustó a todos, tuvieron paciencia, fuimos muchas veces, a veces yo sola, o con Vicente, a veces Francisco solo, a veces el papá de Vicente… todos estuvimos de acuerdo que era el mejor lugar.
En Marzo de 2014 Vicente inició un camino nuevo en el Colegio Especial de María. Un lugar en donde se ha desarrollado maravillosamente en áreas que no imaginábamos. Como familia, por fin dejamos de estar solos en la discapacidad, compartimos con familias que viven en nuestro mundo. Y dejo para un posteo futuro nuestra experiencia con este Colegio porque merece su espacio propio.
Los dejo con un pensamiento que resume esta aventura, que es el lema de este Colegio, y que representa el día a día de esta comunidad escolar de la que tenemos el orgullo de formar parte.
“La medida del amor es amar sin medida” San Agustín.